Les prometen buenos salarios y un futuro próspero, pero terminan “desapareciendo” y haciendo de todo contra su voluntad, en lugares lejanos, para poder sobrevivir. No se trata de redes de prostitución como en el caso de las mujeres. Son hombres obligados a realizar trabajos forzados, convertidos en virtuales esclavos de organizaciones delictivas. La trata humana no conoce de fronteras regionales ni continentales.
El informe “Trata de hombres: una tendencia poco considerada” afirma que las víctimas, reclutadas en su mayoría con promesas de buenos salarios, son sometidas a jornadas laborales de 12 horas, pésimas condiciones de vida y a un régimen de terror.
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